No podía creer cuando al fin puse mis pies en territorio español. Había ido a la escuela en Italia durante nueve meses y aunque no sabía decir ni una palabra en español, es verdad que se parecía mucho al italiano. Rompí a llorar cuando salimos del aeropuerto. Al fin lo habíamos conseguido. Tras un duro año habíamos llegado a nuestro destino. Al fin estábamos en España. A mi padre le hubiese gustado mucho estar aquí.
Nada más llegar, lo primero que hicimos fue ir a hablar con el guarda de seguridad del aeropuerto. Le expusimos nuestro caso y nos llevaron a un albergue de Madrid. Mi madre no tardó demasiado en conseguir un nuevo empleo y teníamos algo de dinero ahorrado de nuesrtra estancia en Italia.
Aquí también pude ir a la escuela y hacer muchas amigas nuevas. He decidido que quiero ser médica. Siempre me acordaré de Fátima... Ella también quería poder curar a la gente. Se me llenan los ojos de lágrimas cuando recuerdo con melancolía nuestras tardes jugando a los médicos.
Mi madre estaba muy contenta con su trabajo. Era camarera en un restaurante y decía que le gustaba mucho más que hacer vasijas y jarrones. Madrid era increíble. Nunca había llegado a conocer una ciudad tan bella... o puede ser que yo lo vea todo con muy buenos ojos.
Tuvimos mucha suerte a lo largo de nuestro camino pero no quiero despedirme sin remarcar que muchas otras familias no lo lograron. Que murió y sigue hoy en día muriendo muchísima gente... Que hubo gente que lo dejó todo para encontrarse con que no son aceptados ni bienvenidos en el país al que llegan.
La humanidad y la empatía son cualidades del ser humano por naturaleza. No podemos evitar ponernos en el lugar del otro en mayor o menor medida. Mucha gente intenta alejar ese sentimiento pero lo que debemos hacer es aprovecharlo para intentar ayudar. La aceptación es el primer paso para que un reugiado pueda integrarse en la sociedad. Si no es aceptado es cuando puede irse con más facilidad por el mal camino.
Me gustaría que este blog sirviese como una carta de esperanza, quiero que la gente sepa que al igual la nuestra, hay otras muchas familias que hoy en día son felices y no tienen que preocuparse por las bombas o la guerra. Cuando has vivido todo eso, cuando realmente lo has pasado mal, es cuando te das cuenta de qué es lo que realmente importa y dejas de preocuparte por esas pequeñas tonterías sin importancia.
A los 3 meses de haber llegado a España, decidimos abandonar el refugio y alquilar un pequeño piso. Estaba en un edificio altísimo. Nunca había visto edificios como aquellos en otras ciudades pero ya se que aun me queda mucho mundo por descubrir.
Muchas gracias a todos los que me habéis acompañado a lo largo de esta experiencia. Os puedo asegurar que al igual que ha habido lágrimas y sufrimiento, también ha habido risas y alegría. Aprendí a apreciar las pequeñas cosas y encontrar la felicidad en ellas. Hoy en día puedo decir una cosa con total certeza.
AL FIN SOY FELIZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario