domingo, 17 de abril de 2016

cruzando Grecia

Despedirme de mis nuevas amigas no fue nada fácil pero ya habíamos llegado a Grecia y su familia tomaba una ruta diferente. Ellos se quedarían en Polonia y nuestro objetivo era llegar a España. Cruzar la frontera para entrar en Europa no fue tan difícil. Había muchas otras familias cruzando. La mayoría tuvieron suerte al igual que nosotros. He oído que ahora mismo las cosas se han complicado mucho para entrar al continente europero.

No nos quedaba dinero suficiente como para llegar todos a España por lo que decidimos cambiar de planes. Caminaríamos hasta Croacia y allí cogeríamos un barco hasta Italia. Llegaríamos sin nada de dinero ya que pagar un barco no es nada barato pero estábamos seguros de que las condiciones allí serían buenas.



Hacía dos meses que habíamos salido de Siria y ahora nos esperaba otro mes aproximadamente hasta llegar a Himarë. Ahora mismo nuestra mayor preocupación era tener el dinero suficiente para poder pagar el barco que nos conduciría a Italia.

En 2015 mas de 15.000 refugiados y migrantes entraron a España de forma irregular.  Unas 3.000 personas eran menores de edad y hubo mas de un centenar de muertes al intentar entrar por vía marítima.

Ese era uno de nuestros mayores miedos. ¿Y si después de todo lo que habíamos pasado acabábamos muriendo en el mar? Es realmente injusto pero así es la vida. Lo que tenía claro es que no podría soportar la pérdida de ningún otro miembro de mi familia.

A lo largo de aquel mes de camino tuvimos que pedir comida en muchas ocasiones. Nos quedaba aún dinero pero debíamos reservarlo. También volvimos a ver a la muerte muy de cerca... pero por suerte no lo suficientemente cerca. Mi querido hermano Haian estuvo a punto de morir y no puedo estar mas contenta de que hoy en día siga con nosotros.

No se exactamente en que parte del trayecto estábamos cuando una serpiente mordió la pierna de mi hermano. Cuando esto sucedió él no le dio importancia y no dijo nada. Seguimos caminando hasta que oí como algo caía tras de mí. Me giré y lo vi ahí, desmallado y con la pierna hinchada. Todos nos pusimos muy nerviosos. Pensábamos que lo perderíamos para siempre. Lo levantamos entre mi madre y yo y lo llevamos como pudimos hasta una carretera para intentar parar a algún coche. Paró un hombre con su mujer. Llevaban un vehículo muy grande, como de campo. La parte de atrás estaba descubierta y pudimos tumbar ahí a Haian y montar todos los demás a su alrededor. No tardamos mucho en llegar al hospital más cercano.

Una vez allí, el hombre que nos había recogido habló con los médicos y pudieron operar a mi hermano. Por suerte todo quedó en un susto. En el hospital nos dieron algo de comer y beber a todos. El matrimonio insistió en darnos algo de dinero. Al principio no queríamos cogerlo pero acabamos por aceptarlo.

Tras dos días en el hospital Haian ya estaba recuperado y con más fuerzas que nunca. Estábamos ya muy cerca de Himarë y solo tardamos una semana en llegar. Nadie diría que hacía ya tres meses que salimos de Al-Safirah.

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